Gobiernos y farmacéuticas comenzaron una carrera para procurarse congeladores ultrafríos que permitan el almacenaje y distribución de una posible vacuna contra la COVID-19 y cuya escasez podría hacer inviable la llegada de la inmunización a zonas en desarrollo o remotas.
Esta semana, gobernadores de Estados Unidos representados por la Asociación Nacional de Gobernadores enviaron una carta al presidente del país, Donald Trump, para solicitar políticas que aseguren el suministro de los materiales necesarios para garantizar la compra y distribución de millones de dosis de la vacuna contra el COVID-19 que podrían estar disponibles en los próximos meses.
En la misiva, los funcionarios, encabezados por Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York y presidente de la asociación, recordaban la escasez que hay de hielo seco y congeladores ultrafríos para el almacenamiento de las dosis.
La vacuna contra el COVID-19 que desarrolla la farmacéutica Pfizer, la que parece que estará disponible antes, deberá ser almacenada a temperaturas de -75 grados celsius, lo que complica la logística de la distribución masiva de estas inyecciones.
Por su lado, la vacuna de Moderna requeriría unas temperaturas de almacenaje de unos 20 grados bajo cero, similar a lo que se puede alcanzar en un congelador convencional.
No está claro cuáles son los inventarios de congeladores ultrafríos en Estados Unidos y, a falta de una normativa más clara, son los estados los que deberán abastecerse por su cuenta de estos elementos clave en el proceso de distribución de la vacuna.
La logística de producción y distribución de centenares de millones de dosis en todo el mundo no tendrá precedentes en la historia y requerirá un compromiso a nivel internacional.